El Sol - Jueves 12 de setiembre de 2013
En medio de la pobreza y con muchos problemas laborales, numerosas mujeres se decidieron a aprender a leer. Por ahora dibujan con dificultad sus primeras letras y confían en que en tres meses ya podrán leer.
“Cuando salgo no sé a dónde voy, me siento muy mal por no saber ni leer ni escribir”, dice Juana, que tiene 50 años, que participa en uno de los 8 grupos de alfabetización que funcionan en Mendoza, en el marco del programa “Yo sí puedo”, generado por la Fundación “Un mundo mejor es posible”, que se complementó con las políticas sociales que desarrolla el Registro Nacional de Trabajadores y Empleados Agrarios (Renatea).
Claudia, en tanto, reconoce que “vengo para aprender a leer y poder ayudar a mis hijos que están en tercero y cuarto grado”. Confiesa que el más grande le tiene mucha paciencia “porque también me enseña en casa”.
En Colonia Bombal, departamento de Maipú, funcionan dos grupos que corresponden a los barrios Belgrano y Costa Esperanza. Los otros funcionan en el departamento de San Martín, en Potrerillos, dos más en el barrio 25 de Mayo de Rodeo del Medio, uno en el barrio Olivares de Ciudad y el último en La Favorita. Todos forman parte del segmento de la educación no formal que trabaja en la provincia.
El programa, inventado, organizado y probado en Cuba, tiene como eje central la alfabetización a través de un video. Desde la película, una maestra desarrolla la lección del día. Se la ve dibujando una “a” mientras explica cómo se mueve la mano y cómo se hace el trazo: “De derecha a izquierda y, ahora, de arriba abajo”.
Mientras los alumnos siguen el video y luego repiten lo que enseñó la docente en una cartilla llena de espacios para practicar y figuras coloridas. Las “facilitadoras” son las que coordinan el grupo y ayudan para acceder al conocimiento. De este modo se enseñan las vocales, cada una de las letras del abecedario y los números. Está probado en tres o cuatro meses los alumnos aprenden a leer y escribir con 65 lecciones.
En Mendoza, una 360 escuelas del sistema formal de educación se ubican en la zona rural y atienden a quienes viven y trabajan en el campo. El departamento de San Rafael es el que cuenta con mayor cantidad de escuelas con este perfil.
El grupo que funciona en el barrio Belgrano está formado por Claudia Flores, Isabel Hernández, Mariela Flores y Andrea Astudillo. La coordinadora es Isabel Aramayo, de 16 años, que ya tiene un bebé de cuatro meses y que sólo llegó hasta segundo año de la secundaria.
Isabel cumple la función de “facilitadora”: “Yo solo les ayudo a repetir las tareas que se nos indica en el video que corresponde a la clase”, explicó. Todas ellas son amas de casa pero cuando llega la temporada de la cebolla, en noviembre, salen todas a trabajar en las chacras y así pasan todo el verano.
Paola, que tiene 18 años y cursó hasta octavo grado de la primaria, es la coordinadora del grupo del barrio Costa Esperanza. "Pese a que estoy viviendo una situación familiar difícil, colaboro con este grupo porque me hace feliz”, afirmó.
“Quiero aprender a leer para enterarme de todas las cosas lindas que tiene la Biblia”, afirma por su parte, Ramón Antonio Quinteros, de 40 años, quien hace tan solo una clase se sumó al grupo de Paola. Ramón pertenece a una iglesia evangélica y reconoce que con el tiempo quiere “ser pastor, si se puede”, enfatizó.
No es un detalle menor que los dos grupos visitados están formados por integrantes de “Corazones solidarios”, organización formada hace 10 años por los vecinos de barrios muy carenciados. Cuando la gente de Renatea les informó de la alfabetización, inmediatamente se anotaron. Cuando no están trabajando o aprendiendo a leer, desarrollan tareas que favorecen a los vecinos: arreglar una calle, una vivienda, un cerco.
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